jueves, 16 de diciembre de 2010

Vendo sonrisas.

  Estaba ahí parado, mirando al vacío, rodeado de gente. Yo sé como se sentía; es esa sensación odiosa de sentirte solo, sentirte como la única persona del mundo aunque estés rodeado de mucha gente. Es una soledad rara. Es un ruido ensordecedor que crea un silencio interno.. Y te ves, ahí parado en mitad de una de las avenidas más grandes de la cuidad, con gente que pasa, gente que te mira, gente que ni se da cuenta de que estás ahí con cara de tonto, mirando a ninguna parte.. sujetando un par de rosas ya casi mustias en la mano.
  Me acerqué, lo reconozco.. me daba pena. Tiene que ser difícil llegar a un sitio nuevo, no entender nada, intentar integrarse, verse solo.. y me acerqué no solo por él, no solo porque me pareció tierno, diferente.. me acerqué, porque en el fondo lo necesitaba.
-Hola- le dije- ¿vendes rosas?
-Sí, bueno, vendía dirás.. estas ya están feas, no creo que nadie quiera comprarlas.
-Mmmmm.. ¿y no podrías venderme una sonrisa?
-¿Una sonrisa?- dijo con los ojos incrédulos.
-Sí, ahora mismo es que lo necesito.. no me quedan.

Mi comentario debió de hacerle gracia, e hizo una leve sonrisa casi sin darse cuenta.

-¡Ves!, así me gusta. Las tendrás a buen precio ¿no?
-Claro, aquí todo bueno, bonito y barato, ¿no se dice así?- volvió a sonreir- esta te la regalo, por ser mi primera cliente.
-Gracias- sonreí- ¡Ah! y guardame otra para el Lunes, para el Martes, el Miércoles, el Viernes, el Sábado y el Domingo.
-¿Y el Jueves?- me preguntó extrañado.
-No, es que los Jueves, me gusta estar triste.

Y me fuí.. sonriendo, con esa sonrisa nueva que él me había regalado por ser su primera clienta. Y me hizo gracia aquel juego, y empecé a comprar sonrisas para regalárselas a otras personas. Y el chico de las rosas al ver que hacía negocio, también comenzó a sonreír. 

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